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Ella ya no me habla nunca


(Imagen tomada de de la web uam punto  es)

…me resulta raro verla mirarme así, con esa mirada tan…, sentada ahí, enfrente de mí, envuelta en ese silencio… porque ella ya no me habla nunca, ya no es como cuando la veía pasar y cruzar por el pueblo, con aquellos andares de señora, que siempre se lo dije: María, tú andas como las señoras… y aquel cuerpo tan derecho… ¡qué buena estaba!…  eso es verdad, toda una mujer, aquel mirar, aquel andar, aquellos pechos y aquellas caderas… ¡y bien guapa que era! …siempre me tuvo loco y ella hacía como si no se diera cuenta, pero sí que se daba, que después, cuando nos casamos y ganamos confianza, me lo dijo: Ibas siempre detrás de mí, babeando como un perro en celo y me gustaba saber que me mirabas con todo ese deseo, por mí y no sólo por mi cuerpo, como los demás, y yo me sentía tan orgullosa, tan caliente al notar tu mirada… eso era cuando nos contábamos cosas, justo después de quedarse preñada, cuando nos casamos y nos nació la Inmaculada, que eso fue por el año… a ver si lo recuerdo… por el 43, que tenía yo veintidós y ella diecinueve… cuando vivíamos en aquella casilla de al lado de la huerta …mira que pasamos fatigas, que la tierra era pobre y no agradecía toda la trabajera que se llevaba, total para sacar cuatro tomates y unos sacos de patatas y poco más, que la mitad era para la señora… a ella le gustaba la huerta, tener sus macetas de geranios, las gitanillas, las azulinas, coger los jazmines las tardes de verano y prenderse en el pecho una moña, que olía sin parar echando la cabeza al lado… entonces nos sentábamos en la puerta, a tomar el fresco, oyendo el viento de la alameda, y veíamos anochecer en silencio… y había noches que yo tiraba de su cuerpo y, allí mismo, se sentaba encima de mí y encontrábamos el consuelo a nuestra pobreza… aquella boca que era un regalo, aquellos pezones que ardían con mis besos y aquel cuerpo abierto… pero después todos los miramientos fueron para la Inmaculada, y tres años más tarde para el Ignacio y después nos nació el Paquito, que nació enfermo y falto, como una planta tronchada, y eso segó de raíz toda nuestra alegría de pobres… y ahí se acabó que me hablara, que se metió en su penar y ya no quería nada conmigo, ni hablar de nosotros dos, ni de los hijos, ni de venirnos a la ciudad… mucho menos de alegrías del cuerpo, que ella, todo lo más, me lo prestaba como se presta una herramienta, pero que nunca más tembló de gusto ni se abrió como una flor… que se me entregaba como con ganas de terminar, como si ni yo fuera yo, ni ella fuera ella, la misma mujer alegre y viva de antes… y cuando yo le decía que la echaba de menos, siempre me contestaba: Para eso estoy yo, que es que los hombres no os dais cuenta de nada… ese chiquillo…y tú, pues eso: a lo tuyo… Sí, ese chiquillo me la quitó y luego, cuando el niño murió, la señora decidió que María fuera a servir a su casa, así que se trajo a su madre para que le cuidara los dos niños y nos hiciera de comer y ella, con las primeras luces del día, se iba campo a través a la casa de la señora, que era mucha casa, y allí, a barrer y fregar, a ir al mercado, a restregar la ropa, a guisar de lo mejor, mientras las hambres nos machacaban a los niños, a su madre y a mí, que estuve tentado de irme a Barcelona, como mi hermano el Bartolomé, que venía los veranos forrado de billetes… ella, por lo menos, comía bien al mediodía , pero cuando se acostaba a mi lado y yo intentaba acariciarla, se volvía y me decía siempre lo mismo: Déjate, que estoy cansada, …además nos puede oír mi madre… y yo me tragaba las ganas y la echaba de menos, como cuando la veía de lejos a los dieciocho años, como cuando pensaba que nunca iba a poder ser para mí… y el silencio la fue envolviendo como esos lienzos mojados en agua fría del pozo en que envolvíamos al niño cuando hervía de fiebre… y dejamos de contarnos cosas, de darnos bromas mezcladas con besos y la suegra se murió y la Inmaculada, que ya tenía nueve años, empezó a ocuparse de las cosas de la casa, que su madre seguía donde la señora y yo seguía solo como un perro, salido como un perro, triste como un perro al que nadie acaricia ni le lanza siquiera una sonrisa… y hubo muchas veces que pensé quitarme de en medio o irme por ahí y que no me encontrara ni la Guardia Civil, o donde mi hermano Bartolo, en Cataluña, que ya se había ido allí medio pueblo… pero yo comprendía que no iba a aguantar mucho sin verla, aunque verla era sufrir más, hay que ver, que ni contigo ni sin ti, tienen mis penas remedio, como decía la copla…

 

Elimino este relato por haber pasado a formar parte de mi libro «Mariana contemplando las mareas y otros relatos», disponible desde el próximo mes de Abril en Librería Nueva Gala. Dejo el inicio, las imágenes y los comentarios que en su momento aparecieron en el blog (Granada, 24 de Marzo de 2017)

 

 

 

(Imagen tomada del blog paisajesdelaguerrilla, en blogspot)

 

Alberto Granados

27 comentarios el “Ella ya no me habla nunca

  1. Conmovedor relato sobre la vejez y la soledad. Sin duda, es el final que nos espera a todos. Enhorabuena al autor.-F.G.C.

  2. Qué historia más triste.Cómo mata la falta de comunicación.
    Me ha gustado mucho.

  3. Cuánto amor y vida robó la posguerra a los corazones…
    Ella no se va, sigue ahí porque él sabe que aún quedan palabras que no le dijo, «te quieros» que no se pronunciaron, abrazos y besos que él deseaba pero ella también…él sabe que no se va a ir de sul ado hasta que, una noche, como esas de verano que se sentaban a la puerta a tomar el fresco, sus labios y sus manos decidan pronunciar esas palabras, aquellas palabras sin voz.

    Tu relato es entrañable, Alberto, con una tristeza real repleta de brasas de amor perpetuas. Mi enhorabuena por tu buen saber hacer.

    Un abrazo.

  4. Pues sí, muy sensible y muy bien escrito, y duro y triste. Muy bien, Alberto

  5. Hay un editor esperándote y tenemos que encontrarlo pronto. Entonces otros lo van a lamentar. Mientras tanto, tus fieles lectores vamos a seguir leyéndote con la misma fruición e interés, observando cómo la vida pasa por delante de nuestro ojos, con sus anónimos héroes y sus avatares cotidianos perfectamente reconocibles y magistralmente rescatados por ti para tus fieles lectores: «¡Atentas siempre todas las unidades!»

    Abrazos, Alberto

  6. Tengo la piel de gallina, el corazón en un puño y la tristeza de sentirme Miguel, tanto me ha calado que he sentido todos y cada uno de esos silencios, esa pena que nunca pudo quitarse María y ese dolor martirizante de él.
    Impresionante como relatas, Alberto, sin exageraciones.
    Un beso de gratitud:)

  7. Matización importante a mi comentario anterior: ¡Otros editores lo van a lamentar, por no haberse adelantado!

    Abrazos.

  8. Francisco, muchas gracias. Tus críticas, aunque pecan de benévolas, son siempre un estímulo. Gracias.

    Maria Fernanda, la idea de ese silencio como telón de fondo de una vida, me vion de una relectura de un cuento de Juan Rulfo, un cuento de su «El llano en llamas», que leí allá por los setentas y ahora stoy revisando. El silencio taciturno de los que avanazan por el Llano me dijo muchas cosas, y fue el embrión de este relatillo.

    Marisa, viví una situación parecida: un matrimonio campesino que casi no hablaba porque no lo necesitaban: lo tenían todo dicho. Ella me crió a mí. Respecto a la tristeza que rezuman mis relatos, mi mujer dice que soy «un penas», que aver cuándo escribo algo divertido, pero no sale.

    Inma, pon en tu adminsitrador de tareas de windows la frase: visitar el blog de Alberto todos los días… Luego ya nos peleamos, si ese es tu gusto. Pero asoma por aquí, anda sé buena.

    Miguel ¿dónde está ese editor? No lo encuentro. Ya sabes lo que le dije a uno: «A ver si os va a apsar conmigo como a la Balcells con García Márquez…! Fue mi venganza. Y creo que no: que ningún editor va a lamentar nada, que el mundo seguirá su camino conmigo inédito.

    Kape, que sí que exageras en tu entusiasmo, que yo te agradezco, por otra parte. En mis realtos hay mucho más de trampa emocional que de virtuosismo técnico. Eso es una realidad y un lastre.

    Bueno, gracias a todo el mundo. Abrazo.

  9. Eso que tú llamas trampa emocional es con lo que yo me quedo, una historia debe estar escrita para llegar además de bien estructurada 😉

  10. Me ha encantado.Te superas a tí mismo en cada nuevo relato.

  11. poco a poco te aportare comentarios de tus relatos (impresionantes), desde el mes de marzo que ya he leido. Ahora tengo que seguir aprendiendo estos memes.
    Creo que es la realidad de esta vida que nos ha tocado vivir y que hemos conocido punto por punto en nosotros y en nuestra familia.
    Siento no tener tu facilidad y estilo para escribir aunque espero que se me pege algo de ti. Te envidio
    Un abrazo.

  12. Directo al corazón, chacho Alberto. Un buen ejemplo del sufrimiento que muchas personas tuvieron que pasar, duele pensar que la vida fuese así. Me ha encantao tu relato, un besazo, Cristo.

  13. Kape, esto de jugar con lo emocional, en detrimento de la técnica narrativa es un recurso fácil y fullero, y yo soy consciente, pero es lo que sé hacer. Yo digo siempre que soy un blogger que, de cuando en cuando, escribe un relatillo. Y ya está. Gracias.

    Mari Paz, no tengo sensación de superarme: más bien me repito siempre en el mismo regitro, pero se acepta el halago.

    Miguel, has vuelo a aparecer por aquí. Te agradezco tus comentarios.

    Sobrina, me alegro de verte por aquí y de que te guste, pero ya ves que yo tengo mis prevenciones. Dales un achuchón a tus niñas. Un día de esos, buscareá las fotos del verano y te las mandar´´e: tu hija con el mortero ayudando en la cocina y esas cosas. Dale un beso a mi sobrino.

    Abrazos para todos/as…

  14. Lo de llamar «relatillo» a tus cuentos es minimizarlos. Es cierto que utilizas las emociones y conmueves pero también es verdad que reflejas situaciones absolutamente reales con un lenguaje narrativo bello y seguro y das vida a los personajes mediante la acertada captación de sus propias voces, distintas de la del narrador.
    Nada, Alberto. Eres un as.

  15. Enhorabuena Alberto. Tu relato es una mezcla de realismo y sensibilidad. Hay muchas cosas detrás de lo que escribes que sólo quien conoce bien los tiempos vividos puede expresarlo. Hasta pronto

  16. Glòria, ya me gustaría sentir que lo que escribo tienen ese lenguaje narrativo que tú mencionas.
    Juan Q, toda una sorpresa verte por aquí. Cuidate.

    Abrazos mil.

  17. He leido el relato y los comentarios y creo que no exageramos los que pensamos que, en efecto, algún editor se va a tirar de los pelos en cuanto encontremos otro que te publique. Qué mas da que el recurso sea facil, lo importante en el relato es, por un lado la historia (que nos llega a todos en este caso) y por otro, cómo contarla, de forma amena, diferenciada, ágil, para terminar con un final que, aunque previsible, no deja de estar bien tejido. Otra vez chapeau. Gracias.

    Y lo lamento, pero te has creado tú solico tu propio club de fans, así que te aguantas con nuestra benévolas (y sentidas) críticas. Ah! Y no dejes de escribir.

    Un abrazo.

  18. Manolo, muchas gracias. Yo he empezado a enviar «propuetas editoriales», con una especie de currículo y tres relatos de muestra. Unas editoriales me responden que no entra en su esquema, otras que sólo quiren ficción larga, otras ni responden… Si alguien conoce a un editor solvente, con ganas de publicarme, soy todo Alberto las 25 horas del día.
    Mientras tanto, mantengo los pies en la tierra, que los días son de 24 horas.
    Un abrazo

  19. Yo creo que es una narracion de un estilo lleno, de complicidad literaria con los personajes, y elatido interior que tiene la historia de los cuales se olvidan los narradores actuales, que esos personajes son mas de la mitad entera de la vida…
    Los escritores no conocen lo cotidiano, y de ahi que no halla habido ni realidad para el ensayo…la literatura madre falta en España, por que la literatura de la dictadura era una puta.

  20. Cipriano, supongo que los escritores de todos los tiempos tendrán sus aciertos y sus fallos, según su tiempo y moda. Yo no me considero escritor, sino un simple bloguero que, de cuando en cuando, escribe un relato.
    En cualquier caso, bienvenido a este blog. Siéntase como en casa.

    AG

  21. De lo mejorcico que te he leído. Sigue así y aprovecha el poco tiempo que nos deja ser jubilatas. Un abrazo

  22. Gracias, don Ángel. Todo un halago.

    AG

  23. Ya me había avisado Rafael que escribías muy bien, pero este relato me ha dado de lleno. No te voy a poder enseñar ninguno mío, después de haber ledo éste.´Enhorabuena, Alberto

  24. Mercedes, me alegro verte por aquí y más aun de ue te guste lo que escribo. Gracias por tu elogiosa crítica.
    Abrazo, extensivo a Rafa.

  25. […] especialmente algunos (“Tardes de primavera”, “La velá de la virgen”, “Úrsula”, “Ella ya no me habla nunca”, “Azulejos”, “La habitación redonda”, “Cabos sueltos”, “Diecisiete pasos”…), son […]

  26. Alberto, enhorabuena. Verdaderamente trasladas muy bien situaciones y sentimientos. Y además con unos fans de lo mejor.
    Te tengo entre los grandes amigos narradores.
    Bss., Lola

    • Bueno, me resulta tentador dejarme levar por loas críticas bvenévoas, pero Muñoz Molina es alguien a quien admiro y que tal vez no haya leído el cuento. Hemos trenido algún contacto, pero no lo conozco personalemente, así que es mera apariencia. Respecto al relato que me pedías, actual, me equivoqué de enlace, así que te pongo uno actualísimo:

      Retrato de familia

      Ya me dirás. Un abrazo,

      AG

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