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Pajaritos por aquí…


El fin de semana pasado yo estaba tan ricamente en Valencia, donde Tere y Jesús, mis hermanos, me contaron la historia del «pardal de Sant Joan», una terrible historia recogida en un cuento de Blasco Ibáñez: los padres o madres que no tenían con qué alimentar a su prole llevaban a sus niños a ver el pardal (pájaro) que remata la fachada de la iglesia de Sant Joan. En realidad se trata del águila heráldica de los Habsburgo, pero los hambrientos chiquillos sólo veían un pájaro que llevaba un huevo en el pico. Los padres les decían que miraran al pájaro, que iba a caer el huevo y eso significaría buena suerte, comida abundante, dinero y bienestar. Cuando los críos se daban la vuelta, los padres habían desaparecido con la angustiosa esperanza de que alguna familia poderosa recogiera y prohijara a los desgraciados niños. Desde entonces tengo el ánimo «a pájaros», y a ellos vamos, pero en un ámbito más gozoso: el musical.

El pardal de sant Joan. Imagen de blaukitchen.com

El tema de los pájaros ha sido utilizado como motivo musical una y mil veces, desde el folklore andino («El cóndor pasa», «Pájaro campana», «El piclaflor»…) hasta Stravinski («El pájaro de fuego»), la hagiografía crédulamente milagrera (“San Antonio y los pajaritos” o “El cant del ocells”), la irrupción de pájaros en las óperas de Mozart, Wagner o Purcell, o en la música de Vivaldi…

No debe extrañarnos, ya que los pájaros son algo muy presente en el mundo rural, una realidad viva que capta la atención de los niños y se mantiene en el recuerdo con fuerza inextinguible, por lo que, reelaborado posteriormente, pasa a las partituras musicales y asoma en cientos de piezas de la más diversa índole.

Hoy os traigo tres “pajaritos” (tranquilidad: no voy a poneros a María Jesús y su acordeón). Tres hermosas piezas que os permitirán, si abrís otra pantalla del Explorer, leer y contestar vuestro correo, ver vuestro Facebook, leer la prensa electrónica… mientras os llenáis de música pajaritera, que para eso es sábado.

Jilguero o cardillo

El primer pájaro nos viene de Nápoles, donde surge como una canción popular en el s. XIX: «Nu bello cardillo». Escrito en dialecto napolitano, el texto nos habla de un pájaro, el jilguero o cardillo, que lleva mensajes de amor a la chica tan pronto como amanece. Con profunda ironía mediterránea, el amante le pide al pájaro que si está dormida, no despierte a su amada; si está en el balcón, no la confunda con una rosa; pero que si la encuentra dormida en los brazos de otro, le clave un cuchillo y le traiga el corazón. Eso dice, al menos, la introducción de Joan Baez.

 

Un colibrí.

Otra pieza paseriforme: “El colibrí y la flor”, toda una alegoría en que el pajarillo, enamorado de la flor, se sacrifica por ella. Es una canción de origen incierto, aunque el primero en popularizarla fue Silvio Rodríguez. La versión que os traigo es la de Soledad Bravo.

 

Pájaro chogüí

Un último piar: el “Pájaro chogüí”, una canción paraguaya de dudosa autoría, pues aunque se le atribuye a una autor llamado Pytaguá, parece que es el seudónimo de Guillermo Breer. En cualquier caso, la canción trata de una leyenda india sobre el origen de dicho pájaro.

 Tres pío-píos distintos para un sábado, mientras os decidís a arreglaros y bajar a por el periódico. Yo ya llevo mucho rato fuera, que hoy tengo un  día de mucha faena. Os mando un abrazo desde mi barrio granadino: curiosamente, el de Los Pajaritos. No lo puedo hacer a través de Twiter (que significa piador y usa a un pájaro como logotipo), pero da igual. Ya os avisará Facebook. O tal vez una paloma mensajera.

Alberto Granados

9 comentarios el “Pajaritos por aquí…

  1. Gracias, Alberto, por haberme espabilado el sueño con estos piares que acompañan mi café mañanero y que me traen tantas nostalgias.

  2. Triste pero hermosa leyenda la de El pardal de sant Joan. Mas, los tres bellos pájaros que has dejado posteriormente han ido endulzando la mañana con sus trinos líricos.

    Preciosa tu entrada, Alberto, sí. Buen sábado y buenos quehaceres.

    Un abrazo.

  3. Y «Paxarinhos» de Victor Manuel cantada en bable…y también «la canción del pájaro» que se oye en el Sigfrid.

    La palabra catalana «pardal», querido Alberto, no significa pájaro sinó «gorrión».

    Gracias por tu trabajo y los trinos inimitables.
    Un petó!

  4. Tenemos la cabeza a pájaros, por lo que estoy viendo/oyendo. Acabo de darme un voltio por el Albayzín: día espléndido para una excursión espléndida.

    Abrazos mil,

    AG

  5. La leyenda del Pardal de Sant Joan la escenifica don Vichente en el capítulo 2º de su novela «Arroz y tartana», la misma en la que apareció en primera edición la célebre errata: «Doña Manuela entró en el salón con el coño fruncido».
    🙂

  6. Don Sap, fruncir esas cosas es lo habitual. No sé de qué se extraña. Y don Vichente no se equivocó: sabía de eos rn rato largo.

    Me ponga a los pies de su señora,

    AG

  7. que divertido

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